'Cari, esta vez me he pasado un huevo'
'¿Qué has hecho, y con quién?'
'Lo he hecho sola, todo culpa mía'
'Cuenta, cuenta...'
'¿Recuerdas el paquete que tenía que llegarme? Pues lo ha hecho hoy, y vaya sobrada la mía'
'¿Por qué lo dices, te has gastado mucho?'
'No es eso, no gasté tanto. Todo ha llegado bien, pero el super dildo del que te hablé... Bueno, definitivamente no sé medir, es demasiado super...'
'¿Tanto?'
'Y más. Eso no me cabe ni en la caja de los juguetes, ¡no te digo ya en el coño!'
'(Foto)'
'OMG, vaya monstruo'
Esa fue la reacción de mi mejor amiga a mi reciente compra...
Y es que es lo que era. Un monstruo. Un dildo monstruosamente grande. Setecientos gramos de gelatina negra, textura realística, y Fat Boy como nombre -ya lo traía de fábrica, yo no pongo nombre a mis juguetes, no tengo 6 años-.
Un día tonto lo tiene cualquiera, un día 'no hay huevos' también, y un día 'les hay, así que dame todo lo gordo', pues también; y fue justo eso lo que me llevó a añadir a la cesta de la compra semejante monstruo de gelatina. He de decir en mi favor que nunca se me han dado bien las medidas, por lo que no me imaginaba que esos centímetros (18 x 5.5 cm) fueran a ser tantos -si, ya, debería saltar a simple vista, no me juzgues-.
El 'no hay huevos' junto con una gran curiosidad, al parecer, por conocer la flexibilidad y capacidad de mi vagina me llevaron a la compra más arriesgada que recuerdo. Podrían pasar dos cosas, que lo probara , no estuviera mal y lo usara de vez en cuando en esos momentos que pareces necesitar que te metan de todo menos miedo; o que lo probara y me gustara tanto que fuera incapaz de jugar con otra cosa por la sensación de plenitud que me proporcionara. Está claro que no contemplé la tercera opción, que aquello no cupiera ni con calzador, justo la que terminó pasando.
Sabía que era un juguete para momentos hardcore, para los que había que preparar muy bien el terreno y tomárselo con calma, con mucha calma. Y así lo hice. Leí unos cuantos relatos eróticos, puse un vídeo, empecé a masturbarme y fui preparando el lubricante -que claramente necesitaría a pesar de todo-, me tumbé lo más relajada posible y comencé las maniobras.
Nunca me había topado con esa sensación de 'no way' como aquella noche. Tras un buen rato intentándolo no había logrado introducir ni dos centímetros del monstruo plástico. Intenté cambiar de estrategia, bajarme al suelo e intentarlo de rodillas, a ver si así...
Por primera vez me percaté de lo que podrían sentir todas esas mujeres que, por diversas causas, sufren vaginismo. Estaba excitada, lubricada a más no poder, me moría de ganas de sentirlo dentro, pero no había forma, no entraba. Tenía que entrar, joder, si puede salir la cabeza de un niño, ¿cómo no iba a entrar eso?
Decidí dejar de hacer fuerza, no me apetecía acabar en urgencias con un desgarro y teniendo que explicar la historia de cómo había pasado. Seguí de rodillas, con el dildo enfilado pero sin presión, y jugando con un vibrador sobre el clítoris, quizá así...
Finalmente parecía avanzar, y cuando me dí cuenta ya había logrado que entraran unos 4-5 centímetros. Si bien no había logrado mi propósito de empalarme en gelatina, sí había avanzado mucho y conseguido gozar de aquella noche, no sin mucha paciencia y esfuerzo.
Desde aquella primera vez sólo lo he vuelto a sacar una vez, y mucho fue si llegué a lograr que penetrara 1 centímetro. Parece ser que mis 'méteme de todo menos miedo' también excluyen determinados tamaños de dildo...
Desde entonces ahí está, en la caja de los juguetes haciendo bulto (mogollón). Más de medio kilo de gelatina, un monstruo lúdico para el que habría que sacarse una licencia.
Hay quien guarda un bate de béisbol para defenderse por si entran extraños en su casa. Yo, aunque espero no tener que demostrarlo, guardo un dildo en el armario que bien podría noquear a una banda de rufianes. Cuidado si te metes conmigo, tengo un dildo que no puedo follarme pero si joderte con él.
Desde aquí te doy un consejo. Experimentar está bien, pero también tomarte tu tiempo, ir poco a poco, invertir en lubricante y aprender a interpretar las medidas, eso es más importante de lo que puedas imaginar...
Y a ti, ¿se te ha ido la mano con algún juguete o sucedáneo, has puesto a prueba tu cuerpo de una manera similar, te gustaría hacerlo, te pone lo hardcore...? Cuéntamelo en los comentarios...
Sortealo!!! Yo me apunto a la rifa.
ResponderEliminarInmensa la frase "tengo un diodo que no puedo follarme pero si joderte con él"
Aún me estoy riendo.
Jajajaja, me he imaginado los gastos de envío, por volumen y peso casi me salía mejor enviarlo 'sentado' en un tren.
EliminarLa parte buena es que no es del todo inútil, para algo vale, aunque sea como arma arrojadiza ;)
Claro, es que todo lo que baje de 20 cm os parece pequeño.
ResponderEliminarYo lo siento, pero solo se me ocurre un sitio, y si no te cabía a ti, no creo que a mi me quepa.
Jajajaja, no es eso, al menos no mi caso. Simplemente era un reto, se trataba de experimentar, no de encontrar aquello que siempre hubiera deseado. Ya lo trataré en el blog, pero soy defensora de que el tamaño no lo es todo.
EliminarNecesitarías mucha paciencia y la producción anual de lubricante de Andorra XD
¡La leche! Menudo instrumental.
ResponderEliminarMis adquisiciones son algo más moderadas.
Ahora, la opción de utilizarlo como defensa personal, es una buena idea, jaja
Se me fue la mano completamente. Supongo que es algo que tenía que hacer, pero de haber sabido el desenlace habría invertido el dinero en algo manejable.
EliminarHay que mirar el lado bueno, y usarlo de defensa es uno de ellos :D