Hace unos días -tras años de planificación y meses de organización-, por fin, se casó mi mejor amiga. Sí, la misma a la que le montamos la despedida de soltera y le hice la tarta pene.
Y claro, ¿qué es una boda sin el convencionalismo social del regalo para los novios? No iba a ser yo menos, que estas parafernalias me la traen al fresco, pero no todos los días se casa mi mejor amiga -menos mal-, y se merecía un detalle por mi parte para celebrar tan señalado evento y el comienzo de una nueva etapa.