Hace unos 5 años me quedé sin trabajo por reducción de plantilla en la empresa. Ya me había reducido anteriormente la jornada, pero supongo que hay veces que tienes que ver la cabeza entera al lobo para reaccionar. Empecé a mandar currículums, aunque en ese momento todo lo que encontraba en Valladolid era para teleoperadora de telefonía móvil, y como soy incapaz de vender algo de lo que no esté convencida -llámalo virtud o defecto-, supongo que no resulté convincente en las entrevistas.
En una de esas mañanas mirando hasta debajo de la alfombra en las webs de trabajo, dí con un anuncio que solicitaba
actores de doblaje (dobladores de voz, no rollo
Bendel). La oferta decía que sería para todo tipo de películas, era en el centro de la ciudad, y pintaba bastante bien, así que mandé mis datos -inservibles para una oferta así por mi falta de experiencia- y una carta vendiéndome un poco. No es que tenga la mejor voz del mundo, ni mucho menos, y lo de leer en voz alta me pone muy nerviosa, además del miedo escénico que tengo, pero pensé que podría ser una forma de atreverme a
salir de mi zona de confort. Al fin y al cabo, tampoco habría cientos de personas en el estudio, deduje…