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26 de agosto de 2015

El día que me pusieron precio

boca sexy

Digamos las cosas como fueron. No me pusieron precio a mí, ni a mi cabeza. Realmente se lo pusieron a mi boca, y si me permites el atrevimiento, estaba muy mal valorada.

Hace un tiempo te hablé de El primo de Grey, ese tío con el que chateaba hace tiempo, con quien todo eran guarradas hardcore, fluidos y sumisión. Todo ocurrió tras la seguridad de la pantalla -del ordenador o del móvil-, es cierto, pero en algún bite de información sobrepasó mi medidor de obscenidades y me quitó las ganas de conocerle en persona para los restos.

Por lo visto a él no se le quitaron.

De vez en cuando me escribía, siempre para decir guarradas, que se la pusiera dura e intentar que le cogiera el teléfono para que todas esas guarradas que imaginaba me las/se las dijera de viva voz. 

Nunca me ha hecho gracia hablar por teléfono -joderos estereotipos machistas-, y lo evito siempre que puedo. Ni que decir tiene que para mí el sexo telefónico no es ninguna fiesta. Si ya me gusta poco tener que hacer una llamada, encontrar cierta intimidad para hacer una llamada porno -teniendo en cuenta que vivo con mi madre y no en un castillo precisamente-, decir barbaridades que de por sí no me gustaba escribir por WhatsApp, y soportar indicaciones como si me hubiera perdido en Sebastopol yendo hacia Canarias, lo complicaba mucho y me quitaba las nulas ganas que pudiera tener.

Por eso puedes imaginar que la idea de hablar por teléfono con un desconocido que me iba a abofetear y escupir en la cara, azotar y abrir el culo, hacerme llorar con una garganta profunda y esperaba que me corriera todo con él al otro lado del auricular no me llamara la atención. Puede que el hablarlo en lugar de escribirlo lo hiciera más real y de ahí mi mayor reticencia por no sentirme nada cómoda, pero lo cierto es que mi aversión a las llamadas telefónicas es más bien generalizada, así que no sería justo echarle toda la culpa a la temática. Aún así acepté su llamada alguna que otra vez. Sin mayores heridos que mi vergüenza y mi seguridad -que ya es-.

Como soy una persona, muy a mi pesar, que se cansa rápido de las cosas -ya hablaremos más en profundidad sobre esto en otra ocasión-, dejé de darle coba, no aceptaba ninguna de sus llamadas, y tardaba en responderle a los mensajes. En definitiva, que bien podría irse de paseo a Plutón y no le extrañaría lo más mínimo.

felación en el sofá

El primo de Grey seguía insistiendo en que quedáramos un día a tomar una caña, sin ninguna pretensión más que conocernos en persona. Por muy bien que intentaba vendérmelo siempre lo vi como una de esas cosas con las que está bien fantasear, pero que no te planteas llevar a cabo porque luego a ver cómo consigues el arma, dónde escondes el cadáver, cómo atas cabos con los testigos y eliminas la sangre de la seda temes las consecuencias, así que haces lo más obvio que es evitar la situación. Además, nunca me acabé de fiar de él.

Y llegó un sábado por la noche, ya de madrugada. Yo disfrutaba de una party hard con el mando, la tele, una temporada entera de alguna de las series que seguía entonces y una agradable manta, un plan envidiable -¿verdad?-, cuando recibí varios mensajes del susodicho solicitando audiencia.

En los mensajes me pedía que saliera, que me acercara a su casa, que fuéramos a dar una vuelta, que le dijera mi dirección que venía él, que... Lo que quería era verme y le daba igual dónde o cómo. Le di largas dejándole claro que no pensaba salir, y que tampoco contemplaba la idea de quedar con él ningún otro día -llegados a este punto, mejor las cosas claras-. Fue cuando comenzó a subir la apuesta.

Si quedaba con él me invitaba a una caña. NO. 

Si quedaba con él me invitaba a una copa. NO. 

Si quedaba con él me invitaba a lo que quisiera y me pagaba el taxi de vuelta a casa. QUE NO. 

Si quedaba con él me dejaba en paz. TENTADOR, PERO NO. 

Si quedaba con él y me dejaba besar me pagaba el taxi. NO. 

Si quedaba con él y le comía la polla me daba 30€. ¿PERO QUÉ ME ESTÁS CONTANDO? NO, NI DE COÑA. 

Si quedaba con él y me metía su polla en la boca, dejándolo cuando a mí me diera la gana y yéndome cuando quisiera, como si la lamía un segundo y me piraba, me pagaba, por adelantado, 50€ y el taxi. ¿PERO QUÉ COJONES...? ¡VETE A TOMAR POR CULO! 

pagar por sexo

Ahí la conversación alcanzó el límite de surrealismo que estaba dispuesta a tolerar. Él sostenía que estaba haciendo todo eso por conocerme en persona, y que no me daba más dinero porque no llevaba más encima. De esa manera, como yo no estaba ganando nada por aquel entonces, pensaba que 'comprando' mi compañía aceptaría su retorcido plan y me rendiría ante unos euros tirados a la cara.

Sabes, por varios post que he publicado en el blog aquí y aquí, que defiendo la prostitución (por libre elección) o cualquier otra clase de trabajo sexual (directo o indirecto), pero lo cierto es que su oferta me había ofendido

No por el hecho de ofrecerme dinero por una mamada, o por el amago de una, sino por creer que podría hacerme cambiar de opinión, que antepondría esos 50€ a una decisión que tenía muy clara desde el día que empecé a hablar con él. Por creer que podría dominarme, aunque sólo fuera para conocerme en persona, con un billete. 

Probablemente me esté flipando al sentirme insultada, también, por la cantidad que decidió ofrecerme. Desconozco a cuanto se cotiza una mamada en el mundo real, y a lo mejor era muy buena oferta.

Pero lo cierto es que si vas a un restaurante y pides algo fuera de carta, y ese algo es realmente bueno -que no lo digo yo, que lo dicen otros-, barato, lo que se dice barato no te va a salir. Pero lo que también está claro es que si al cocinero no le sale del culo preparar ese plato, por muy bien que se le de, porque para algo tiene derecho de admisión, por más que le ofrezcas no lo va a hacer. Y punto.

Llegué a la conclusión de que no podía ofrecerme más dinero porque se lo había bebido antes de escribirme. Eso no quiere decir que con una oferta mayor hubiera aceptado, el mando, la tele, la temporada entera de alguna de las series que seguía entonces y una agradable manta son duros rivales, y el primo de Grey nunca fue un digno contrincante.

Dominante, obsesivo, irascible, inoportuno, maleducado, y todo lo que quieras, pero con la bobada coincidir en la vida con él ya me ha dado para dos post. No hay mal que por bien no venga, ¿no?

Dime, ¿te han hecho alguna proposición indecente de este estilo, cómo te lo tomaste, aceptaste, si te lo propusieran aceptarías...? Cuéntamelo en los comentarios...

6 comentarios:

  1. No se tampoco a cuanto se cotiza, pero vamos, la propuesta en su conjunto deja mucho que desear. Vaya ejemplar de primavera

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    1. Fue muy surrealista. La parte buena, como digo, es que me dio material para el blog ;)

      Besotes.

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  2. un momento idóneo para dar uso a ese medio kilo de gelatina negra. besos

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    1. Hubiera sido un buen arma de defensa para la ocasión, aunque casi mejor evitar tener que usarlo, jajaja.

      Besotes.

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  3. Lo de que se nos puede hacer cambiar de idea subiendo la oferta es algo muy socorrido. El problema es que se les olvida que nosotras esa decisión la tenemos tomada desde el principio y que si no nos fiamos no hay precio en este mundo que se nos pueda poner. Cada nueva oferta ofende, jode y les aleja más de lo que quieren.

    Y no será el último niña!!!

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    1. Y tan triste... Creer que se puede comprar cualquier cosa, aunque no esté a la venta lo es. Lo peor es que hagamos lo que hagamos quedamos como la mala de la peli. Si aceptamos, porque somos unas vendidas, si no lo hacemos, porque somos unas zorras calientapollas. Pero mira, que se vayan un poquito a la mierda, si quisiera ofrecer sexo de pago lo haría, y tengo claro que evitaría a los clientes con la mentalidad de que pueden comprar todo aquello que imaginen. Se creen con poder, pero es su falta de éste el que les hace usar técnicas así...

      De todo se aprende, y para algo sirve todo lo que vivimos, aunque sea para escribir un post ;)

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