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9 de diciembre de 2015

'Mira, que mejor me voy...' (Con Dani)

esperar calle

El tiempo pasa, y aunque la herida de Samo todavía dolía era hora de volver a salir, conocer a alguien y ver qué deparaba el futuro.

En esas me encontré con Dani en el tan transitado chat de Terra -hace años pasaba las horas muertas ahí, la última vez que entré daba pavor-. Con 6 años más que yo pensaba que me aportaría esa madurez que tantas ganas tenía de conocer en un hombre, alguien con las ideas claras, una cultura que me diera margen a aprender de él... Básicamente esperaba encontrar, como siempre, aquello que llevaba años buscando. Sobra decir que no fue así.

Ver las cosas con perspectiva nos ofrece una visión más amplia y meditada de las experiencias, somos capaces entonces, y sólo entonces, de apreciar esos detalles que de haberlos visto o sabido antes nos hubieran llevado por caminos muy diferentes.

Pasamos unas semanas hablando por Messenger y las conversaciones eran entretenidas, pero ni mucho menos con ese toque adulto que me había imaginado. Me hablaba de sus antiguas relaciones, de su trabajo, de bobadas, y como escribía tan sumamente mal (lo sigue haciendo a sus 35 años), no le entendía la mitad, con sus faltas de ortografía y una gramática borracha.

Y aunque no había un motivo imperativo para quedar más allá de su insistencia y mi obsesión por hacer las cosas sólo por el mero hecho de ver qué pasa, acabamos reuniéndonos una heladora noche de invierno. La cosa ya empezó mal cuando llegó 20 minutos tarde a la cita, que malo si quedas en un sitio cerrado, pero cuando has quedado en la puta calle y corre el aire por ella como en los túneles de pruebas aerodinámicas es una jodida mierda.

Elegí yo el primer sitio, no sé si por su indiferencia o por compensar el retraso -y haber llegado tarde- de alguna manera. Mira que hay bares en la ciudad, cientos, pero fui a dar justo en el que estaban un par de amigos míos tomando unas cervezas. Momento incómodo en el que vas a saludar, el otro te sigue y te quedas ahí sin saber en calidad de qué presentarle, ¿amigo, conocido, posible rollo, bulto humanoide...? Y es que el look total black con la gabardina larga, el pelo fosco cortado poco más largo que la oreja y la sonrisa de 'esta noche follo' eran todo un poema, y a mí se me estaban atragantando un poco las rimas.

Nos sentamos, pedimos y seguimos con nuestra emocionante charla sobre alguna mierda sin importancia que olvidaría nada más salir del bar. Sí, ya lo sabes, soy gilipollas. Claro que me podría haber ido, haber huido de allí y no vuelto a verle, pero lo mío es masoquismo y por desgracia es congénito. Por fin pasó algo interesante. Acercándose muy poco a poco a mí acabó aterrizando sus labios en los míos.

Creo recordar que me gustó, al menos ya había pasado algo por lo que merecía la pena haber hecho planes en paralelo a mis amigos, pero si me preguntas ahora, me he olvidado de si besaba realmente bien, o simplemente por aquella época y mi escaso registro de pruebas me lo pareció. 

Cambiamos el oscuro y duro bar con Rammstein y Ville Valo entre otros, por un íntimo bar de jazz en el que seguimos conociéndonos con los labios. Y todo iba bien, hasta que dejábamos de besarnos y abría la boca para articular palabras. Palabras que, por otra parte, me importaban nada o menos, no porque vaya de sobrada, sino porque realmente no lograba encontrar algo de valor en ellas.

Llegada una hora decente se ofreció a llevarme a casa en coche, y lo cierto es que entre el frío que hacía y que no le intuí amenazador, acepté. 

Paró el coche muy cerca de mi casa, apagó el motor y empezó a besarme. Los besos siguieron a cierto nivel de magreo, y yo me iba poniendo mala por momentos. Mi experiencia con los hombres ni mucho menos me había dado la confianza para estar a solas con uno en su coche mientras me metía mano cual pulpo, sólo quería irme a casa. Le di un beso y fui a abrir la puerta. ERROR.

beso en coche

La jodida puerta estaba cerrada, no podía salir del coche. Mi puerta no parecía tener cómo desbloquear el cierre, y él no parecía querer que me fuera. Me iba poniendo más y más mala por momentos. Ya tenía la mente trabajando en la ruta de escape, cómo lograr zafarme, localizar cómo abrir la puerta, huir de ese coche. Puñetazo en los huevos, patada a la ventanilla, escapar y correr. Pocas, poquísimas veces -quizá un par más a lo sumo- me he sentido remotamente como en esa situación, con esa angustia de querer irme y no poder, de analizar, mientras sonreía, la forma de salir de allí, de estar nerviosa y alerta. Que no es que él me prohibiera marcharme, en ningún momento se puso violento o se sobrepasó, pero yo no estaba nada cómoda. Todo estaba pasando muy rápido, él tenía en mente irse con un magreo en condiciones o un polvo, y a mí me estaba costando demasiado dejarme llevar con un completo desconocido que había decidido cerrar la puta puerta del coche.

Poco más aguanté. Todo lo infantil que era en sus temas de conversación lo era de adulto en ese coche. Unas cuantas veces dije que me iba, y no hizo intención de abrir la puerta, aunque no creo que lo dijera muy convencida. Que me pasa ahora, que estoy en un coche con un tío que cierra la puerta y lo primero que pienso es que lo hace para que nadie nos pueda sorprender abriéndola desde fuera, no que no quiere que salga; que un tío me da largas en la despedida en el coche y pienso que no tiene ganas de que me vaya porque lo está pasando muy bien, no que quiere conseguir algo; que un tío me mete mano en la primera cita y le sigo el juego hasta donde crea, y no me pongo nerviosa pensando mil cosas.... Lo que decía antes, las cosas, vistas con perspectiva, cambian mucho, y más con cierta experiencia.

'Mira, que mejor me voy...' conseguí decir al fin. Cara de pena y regateo que no sirvieron de nada. Le dije que abriera la puerta -antes la hubiera abierto si se lo hubiera dicho tal cual-, y cuando se oyó el desbloqueo la abrí apresurada, como pensando que se volvería a cerrar. 'Espera, que te acerco a la puerta', arrancó y puso el coche en marcha, y yo casi con un pie fuera y la puerta ligeramente abierta en la mano. 

Ahora, viendo el recuerdo distante, me veo tan asustada, tan acojonada sin tener motivo... La inexperiencia, la falta de confianza, mi dichosa imaginación... Todo se conjugó para que yo viera peligro donde mi instinto no lo veía, y donde evidentemente no lo había. Y aunque esa noche acabó de una manera muy extraña, volvimos a vernos. Ya con algo de confianza, ya con la seguridad de que no iba a pasar nada que yo no quisiera, y ya si eso, en otro sitio...

Las risas que se echaron mis amigos cuando les conté mi momento 'revienta ventanas', las caras de incredulidad que dijeron haber puesto los amigos que nos vieron cuando nos morreamos... Una cita extraña que me dio mucho de sí en las reuniones con mis amigos, una cita que marcó el inicio de la relación con mi primer follamigo -que no fuera amigo de antes, como Samo- que entre idas y venidas duró más de 6 años.

Los principios no siempre son buenos, a veces las mitades tampoco, pero en ocasiones tienes que dar el paso y probar, aunque sólo sea por el mero hecho de ver qué pasa.


4 comentarios:

  1. Uf el chat de terra! Jajaja.
    No es justo culparle sólo a el de que aquello fuera mal. Si es que a veces se os olvida que sólo tenéis que pedir las cosas.

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    1. El chat de Terra albergó muchas horas de ligoteo o intentos de en mi época. ¡Qué años aquellos!

      Asumo mi parte de responsabilidad, pero lo suyo se las trajo también. El problema es que a veces mi imaginación saca conclusiones anticipadamente, lo sigue haciendo por más que intente educarla, jajaja.

      Besotes.

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  2. ¡Ay! esos chats... Reconozco que yo también lo utilicé, aunque en mi defensa diré que era joven e inocente... También llegamos a quedar con unos chicos con catastrófico resultado...
    Por cierto, ¿6 años de follamigo? Tú si que sabes conservar las amistades, jajaja
    Besico

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    1. Lo mío son las relaciones fijas-discontinuas más que las eventuales. Cuido mucho a mis amigos, jajajaja. Además, la confianza que aportan los años no tiene parangón, conoces a la persona, sabes lo que le gusta, sabes qué puede ofrecerte (a menos que te sorprenda de pronto, cosas que también sucenden)... Tiene muchas ventajas, por eso mejor tenerlos en plantilla a menos que veas que de ahí no puede salir nada más.

      Besotes.

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