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20 de enero de 2016

Y por fin pasó... (Con Dani)

meter mano

La primera cita con Dani había sido un desastre en toda regla. La conversación nefasta, la falta de entendimiento horrible, pero me hacía caso y besaba decentemente, así que...

Aunque lo de hacerme caso era relativo. Me escribía de vez en cuando y quedábamos un tercio de esas veces, más que nada porque siempre me pillaba con amigos y realmente me daba miedo quedarme a solas con él. No miedo porque fuera a descuartizarme y venderme al peso en MercaOlid al día siguiente, sino porque era una novata en eso de las citas y me aterraba promover una situación de la que no pudiera hacerme responsable.

Muchas de las primeras citas que tuvimos, si se les puede llamar así, transcurrían con mis amigos por medio. Venía donde estuviera y nos morreábamos un poco, y a veces ni eso porque parecía sufrir manía persecutoria y le importaba mucho quien le viera compartiendo saliva conmigo. Todo eso muy bueno para mi autoestima, ya sabes, y aunque una no era tan atractiva como ahora -mejoro con los años como el buen vino-, tampoco era como para esconderme en lo oscuro y tocarme con un palo, así que me molestaba bastante. Vale, no éramos pareja, ¿pero acaso había alguna ley que prohibiera a los rollos o amigos con derechos enrollarse en un bar frente a una multitud de desconocidos? No lo creo...

Si en algún momento de mi vida he sido una auténtica calientapollas fue durante esa época con Dani. Me daba miedo dar el paso y dejar que todo fluyera hacia la cama (o asiento trasero en su defecto), pero disfrutaba -como sigo haciendo ahora- de jugar y ponerle al límite cada vez. Las raras veces que quedábamos a solas acabábamos en algún garito oscuro, o con el coche en algún espacio con la misma falta de iluminación.

Con el paso del tiempo, pero muy lentamente, me fui dejando llevar un poco y permitiendo que él jugara con sus dedos bajo mis bragas, y permitiéndome a mí jugar con su polla -su gran polla- de la manera más casta que se puede coger una polla sin resultar ridícula.

Me atrevía, poco después, a calentarle más abiertamente en los bares, esos oscuros y a veces sórdidos locales en los que todo el mundo aprovechaba la falta de iluminación para restregarse, magrearse y en ocasiones hasta follarse. En el coche a veces tomaba la iniciativa agarrándole la erección que mis besos y su imaginación habían provocado, aunque el coche estuviera aparcado en el lateral de un cuartel militar (videovigilado) -si a día de hoy no salgo por internet protagonizando un 'pillados' de una paja/mamada/polvo o sucedáneo es debido a la flor que tengo en el culo y la suerte que me da-.

El miedo iba desapareciendo poco a poco, pero tan poco a poco que pasaron 2 años hasta que llegamos a la cama. Sí, sí, DOS años aguantó a pajas y medias mamadas en citas extrañas que proponía él la mayoría de las veces. Desde aquí te digo que si piensas que un hombre que no tienta/provoca/incita/fuerza a ir a la cama es el elegido, tu hombre, que respeta tu flor como si de una orquídea Lady's Slipper se tratara, es con el que te casarás, tendrás prole y una legión de juguetes en cada rincón, te equivocas, lo siento. Un hombre que no tienta/provoca/incita/fuerza a ir a la cama cuando no lo tienes claro es uno que te respeta, pero que probablemente tenga esas necesidades cubiertas de otra manera, o está rematadamente enamorado de ti, que puede ser pero estadísticamente es más complicado.

calentón

Y aunque mi flor -¿por qué coño llamarán así a la virginidad?- ya había sido regada por otro, no acababa de tener la confianza suficiente en mí misma para abrirme de piernas a un nuevo jardinero.

Pero el día llegó. Me quedaba sola en casa, no tenía plan, y pensé que una peli en casa no podía hacer daño a nadie, así que le escribí para invitarle, e inmediatamente aceptó. Supongo que las palabras 'casa-sola-peli' le sonaron a 'por-fin-vas-a-follarme'. Todo fue muy precipitado, apenas faltaba menos de una hora para que viniera y mi madre todavía no se había ido, mis piernas habían visto épocas más suaves y los nervios empezaron a invadirme, '¿y si pasa, y si nos acostamos, y si no me gusta, y si no le gusto desnuda, y si se me va de las manos...?'. Tic, tac, Gwen. El momento de la verdad se acercaba y ya no había marcha atrás, pasaría lo que tuviera que pasar.

Conjunción planetaria. Eso debió pasar para que mi madre marchara 5 minutos antes de que Dani llamara a la puerta. Unos morreos, palomitas, DVD casposo y play, allá íbamos.

La película fue tan mierda como esperaba, y en menos de 15 minutos nos estábamos morreando a todo trapo en el sofá, metiéndonos mano y yo olvidándome de los pelos que afloraban en mis piernas. O al menos hasta que sus manos se deslizaron bajo mi ropa y lo espeté como si una alerta por radiación se tratara '¡estoy sin depilar!'. ¡Warning, warning, Gwen no se ha depilado y hace falta traje anti-vello por fallo en el condensador de fluzo! (¿Qué no tiene sentido? Coño, ni mi preocupación por no tener las piernas perfectamente depiladas, pero ahí estaba...).

Ni me respondió. Siguió buscando algo entre mis piernas, nunca sabremos si era mi clítoris lo que buscaba o quizá más bien el Arca Perdida. Esa manera de hurgar... he visto gente rayando rasca y gana con más delicadeza. Finalmente la ropa desapareció, al menos la mía, y su cabeza apareció de pronto entre mis piernas (te hablo un poco de esto en #PrimeraVezBook), y mis piernas abiertas de par en par en el sofá, y mis manos sin saber qué hacer, y mi cuerpo sin saber qué pasaba, y yo flipando a la vez que él, '¿pero cómo cojones habíamos llegado a eso?'.

Visto que la película nos importaba nada o menos, le dirigí, con su mano descifrando la apertura del Arca Perdida, hasta mi habitación. Y ahí ya ni sé qué paso. Bueno, sé qué pasó, pero la sucesión temporal está difusa. Sé que se desnudó, que se dejó los calcetines -¿por qué, por qué coño hacéis eso?-, que le hice una paja a su gran polla -joder, es que era muy grande y yo muy inexperta-, que me atreví a metérmela en la boca hasta el fondo -que con mi pequeña boca y su gran grosor resultó no ser mucho-, que me pasé un buen rato como una bendita comiendo polla sin que el otro hiciera ni intención de cambiar de actividad, que trasteó un poco más con la reliquia del templo sin lograr abrirla...

Y por fin pasó... Su gran polla enfundada en un condón y dispuesta para adentrarse en mi coño tamaño estándar, 'ya está aquí...' pensé, y casi daba más miedo que la niña de Poltergeist recitando la frasecita -casi, tampoco no pasemos-. Con mucho cuidado entró, y lo hizo hasta el fondo, para luego salir y volver a entrar antes de empezar a bombear con fuerza. Ya me imaginaba con los ojos saliéndoseme de las órbitas a la vez que su polla entraba entera, como los dibujos animados, con los ojos cómicamente palpitantes. ¡Cambio de postura! No creo que lleváramos mucho follando estilo misionero cuando, con una soltura ejemplar para estar en una cama de 90, consiguió voltearme y que fuera yo la que le cabalgara. ¡Cambio de postura! Juraría que no habían pasado ni 5 minutos cuando de nuevo me manejó cual muñeca para situarse encima mío con mis piernas en sus hombros. 

Vaya, vaya, 'así que el fondo de mi vagina estaba más lejos de lo que creía...', su polla entraba hasta la cocina y salía para rápidamente volver a echar un vistazo a lo que estaba en el fuego. Una, dos, tres... Cada embate era rápido y más duro que el anterior, y yo lo disfrutaba, todo lo que se puede disfrutar cuando te empalan el coño por primera vez, pero aquello no me gustaba tanto como esperaba.

¡Cambio de postura! Empezaba a creer que había alguna cámara y algún guión que nos obligara a hacer tanto cambio postural repentino. A cuatro patas y empalada, me estaba follando y lo estaba haciendo con las ganas de quien se ha aguantado durante 2 años, con energía y algo de furia. Sus huevos me golpeaban al ritmo de sus caderas, y su polla hincada hasta el fondo intentaba derribar alguna pared, de hecho juraría que desde entonces tengo el cuello del útero un poco más arriba. Visto que aunque me gustaba cómo me follaba -muy diferente de como lo hacía Samo- no iba a correrme aunque pasáramos tres días en aquella habitación, empecé a masturbarme, aprovechando la ventaja táctica respecto al propio clítoris que aporta follar a cuatro patas.

dudas

Y en esas estaba, en masturbarme a ver si así, después de mil cambios de postura y tres mil minutos follando, conseguía correrme mientras me follaban, cuando otro cambio de postura me cortó el rollo. Eso era muy de Dani, en cada sesión había que repasar su kamasutra. ¿Te suena eso de intentar hacer el mayor número de gestos en el menor tiempo posible? Te lo imaginas, seguro. Pues ahora cambia gesto por postura, y sitúalo en una cama. ¡Agotador e infructuoso!

Eso no terminaba... Ya no quería correrme, lo que quería es que se corriera él y me dejara en paz de tanto marearme de un lado a otro y de una postura a la siguiente. Fingí, sí, ¡fingí un orgasmo! Lo entenderías si hubieras estado en esa situación, y con mi escasa experiencia. Pensé que si fingía el orgasmo, gimiendo audiblemente pero sin resultar falsa, haría por correrse y ese baile horizontal acabaría al fin.

Pero no, acabó el baile mutuo por decirlo así, porque el amigo no había terminado y requería de mi ayuda para ello. Una mamada que se me hizo eterna, y me dejó con tales agujetas en la boca y cuello que me dolió al hablar y reír durante 4 días, que siguió en paja y terminó con la mayor explosión lefática hasta entonces vista. Y se acabó. Se levantó de la cama y se vistió con una velocidad inversamente proporcional a la que se había corrido.

¿Ya estaba, dos años esperando, dos años haciendo acopio de valentía, dos años intentando callar mi timidez y aumentar la confianza en mí misma para eso? ¿Y mi orgasmo, el de verdad? ¿Por qué había fingido? ¿Acaso es normal que un hombre adulto tarde siglos en correrse, quizá serían los nervios de la primera vez con alguien...? ¿Realmente le gustó tanto la paja y la manada como parecía y dijo...? 

Dudas, siempre con mil dudas, algunas de las cuales acabarían por responderse con el tiempo, otras, bueno, otras acabaron olvidadas por preguntas mejores, o simplemente dejaron de importar...

5 comentarios:

  1. Normal después de 2 años, la explosión no podía ser menor. Ahora, que era para decir chico! Estate quieto ya!

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    1. Fue muy paciente, pero una vez que llegamos a la cama la que tuve que ser paciente fui yo xD
      Besotes.

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  2. Hombre! Si a mí me marea la mitad de la veces que te mareó a ti con tanto cambio de postura, también hubiese fingido para que se acabase tanta montaña rusa...
    Yo creo que el tema "desvirgar" a ellos les sigue imponiendo mucho, tenga la edad que tengan, y les pone muy nerviosos porque quieren causar una "impresión inolvidable", por lo que, es normal que tardase tanto en correrse, además, existe la posibilidad de que ya fuese "descargado" al olerse que no vería una peli, porque sí, todos hemos recurrido al mensaje: "vamos a ver una peli en casa que estoy sola", para no ver ninguna peli. Eso es de primero de citas...
    Besicos

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    1. Fingir nunca es bueno, y está claro que además tampoco siempre vale para su propósito.
      Bueno, yo no era virgen, pero todavía me costaba mucho soltarme en ciertos sentidos, y puede que eso influyera aquella noche. Pero el tiempo me acabaría dejando claro que no era cosa sólo de nuestra primera vez...
      Besotes.

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  3. Lo de las posturas es haber visto mucho porno (al final nos creemos que hay que hay un guion que tenemos que seguir). Y los nervios siempre están al acecho, sobre todo si no hay mucha experiencia y/o se nos caducan los preservativos

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