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18 de octubre de 2017

Útero a la fuga (o no...)

Ilustración de Giuseppe Cristiano

La historia de un útero que quiso huir -o no-, 'total, para lo que me usa...' debió pensar.

Susto. Congoja. Pavor. Miedo. Terror. Pánico. Vergüenza.

Puedo seguir enumerando sentimientos, pero probablemente llegaría a quedarme sin ellos y no acabaría de explicar lo que sentí. Ese momento en el que todo se oscurece y sólo hay un foco de luz centrado en el problema que acabas de descubrir.


Porque obviamente es un problema, y en ese caso, un problema de salud, sexual y profesional -que esto de probar juguetes no es sólo por vicio-.

Ya te anticipo que cuento esta historia por el valor que pueda aportar, ni mucho menos para que antepongas mi experiencia a la visita de un especialista. El valor principal de no avergonzarse de ello, ni de tener genitales femeninos, ni de tener problemas con ellos, el valor de acudir a un especialista antes de hacer el monger con Dr. Google, y el valor de afrontar con la cabeza alta 'lo que hay'.

Hace un tiempo -en una de esas jornadas de pruebas eróticas que hago para que tú conozcas los juguetes-, tras masturbarme noté algo extraño en la vagina. Tenía la sensación de tener algo dentro, bien un cuerpo extraño o bien aire (como cuando tras ciertas posturas acabas con el coño como una gaita). No le di excesivas vueltas.

Hasta poco después. En plena sesión masturbatoria metí los dedos en la vagina y noté como un bulto en el lateral de la entrada. Mi gen hipocondríaco empezó a darle vueltas y más vueltas. Y en cuanto pude pedí cita en el ginecólogo; mi vagina no era así, algo estaba diferente y tenía que verlo un especialista.

A los días de llamar, y aún a falta de media semana para la cita en el ginecólogo, volví a masturbarme. Aunque no me creas, mi principal motivación no era el placer, sino comprobar antes y después el estado de mi vagina y ser más consciente de ella. Busqué ese bulto que me alarmó días atrás y no lo encontré. En cambio, hallé algo que me alarmó mucho más, y de ahí a la ansiedad y la hipocondría congénita...

Mis dedos, en su paseo de reconocimiento, se habían topado con una estructura extraña, lisa y abultada un poco más arriba del Punto G. Acariciando la zona con cuidado dieron con un bultito, o un hoyito, o ambas cosas. Y joder, ahí es cuando noté como si mi útero estuviera huyendo de mi cuerpo por la vagina. Y el terror se me echó encima. '¿Quizá esa sensación de tener algo en la vagina era porque mi útero quería independizarse?'.

Intenté no darle más vueltas y esperar la cita con el ginecólogo, o en otras palabras, me emparanoie hasta que por fin llegó el día. 

Le conté al ginecólogo lo que sentía, dónde y de qué manera. Lo hice de la mejor manera que pude, pues explicarle ciertas sensaciones a alguien que no las conoce de primera mano por falta de una vagina es complicado. Me exploró, buscó, indagó, y concluyó que todo estaba correcto. No encontró ningún bulto extraño, el útero estaba en su sitio y todo era normal. En resumidas cuentas, me monté en la cabeza una película que no tenía argumento.

He de decir que me da vergüenza contarte esto, mucha, no porque pasara en mi vagina, si no porque me alarmé por nada, y en gran parte por desconocimiento de mi propia anatomía -lo que no deja de ser un golpe a mi ego de sexblogger-. Los bultos no he vuelto a notarlos, ni esas sensaciones, y respecto al útero...sigue en su sitio, como siempre. Qué sería eso que noté y desapareció, no tengo ni idea; lo que sí sé es que mi útero nunca se movió de lugar y que la falta de conocimiento sobre cómo es mi vagina previa a la excitación* me jugó una mala pasada.

Hablo mil y una veces sobre conocer el cuerpo propio, tocarse, indagarse, explorarse, y he pecado, de alguna manera, de no hacer eso que te recomiendo hasta la extenuación. Es genial conocer el cuerpo excitado -que he de reconocerlo, es en lo que me había quedado yo al menos de cintura para abajo-, pero también es necesario conocerlo cuando no lo está, aprender los rincones, los tactos, los relieves, las sensaciones...y así poder detectar, sin sufrir un brote paranoide, si algo ha cambiado realmente o simplemente son nuestras manos o nervios los que crean un problema donde no lo hay.

Conoce tu cuerpo en todos sus estados, explórate, pálpate, tócate, acaríciate, sé consciente de cómo eres, de cómo reacciona tu cuerpo a la excitación, de cómo es cuando no está excitado, de si cambian texturas, flujos o sensaciones. Hazlo por ti, y hazlo también por mí, para que la vergüenza que me da contarte esto haya servido de algo más allá de mi vagina. No es vicio, es salud. Bueno, el vicio también es un buen motivo para hacerlo...¿no?

Recuerda acudir periódicamente al especialista para revisiones, tengas vagina o pene, y acudir igualmente si percibes algo fuera de lo normal, es mejor una visita de más que una de menos. 

Me complace informarte -aunque esta historia pasó hace unos meses y pronto dejé de notar esa sensación-, que actualmente, tras la revisión rutinaria (con ecografía vaginal y citología) hecha hace una par de semanas, se confirma que mi vagina se encuentra bien, y sin alteraciones. 

Dime, ¿te conoces bien, has tenido alguna paranoia como la mía, acudes al especialista con regularidad para revisiones, crees que soy imbécil (yo sí), te parece un post que no aporta nada, que sobra...? Cuéntamelo en los comentarios... 

* La vagina cambia su tamaño en función del estado en que se encuentre, por ello en reposo será más estrecha y corta que excitada, que se lubrica, ensancha y alarga -subiendo, por así decirlo, el cuello del útero que en reposo se encuentra más bajo- para dar cabida a un hipotético pene (lo que es la biología reproductiva, ¿eh?).

4 comentarios:

  1. Todo aporta y desde luego explorar para conocer tu propio cuerpo y acudir al médico para estar segura de que todo está bien nunca está de más. Igual lo que tocaste era el cuello del útero, es lo único que se me ocurre ;)

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    1. El pánico es irracional, y eso fue lo que me pasó. Está claro que era el cuello del útero lo que toqué, pero acostumbrada a conocer mi vagina ya excitada, me alarmó notarlo cuando yo nunca antes había llegado a él con los dedos (no los tengo tan largos, aunque otros sí, jajaja). Pero como te digo, el pánico me bloqueó el conocimiento de que la vagina, cuando no está excitada, tiene una forma distinta a cuando sí lo está. De ahí la importancia de conocer la anatomía propia antes, durante y después, para que no pase como a mí por gilipollas, jajaja.

      Besotes.

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    2. Creo que Ester tiene razón. No podemos controlar nuestras sensaciones si nos enfrentamos a un ambiente que no es del todo común.
      Por ello nuestro cuerpo puede reaccionar de mil maneras totalmente contrarias a lo que por lógica no debería ser. Pero los estímulos, son eso, estímulos, y la mente obedece de manera que no los podemos controlar.
      Tu lo has dicho, cualquier mujer debe saber como explorar su cuerpo. Además es una buena medida de prevención.
      Saludos y una vez más enhorabuena por tus artículos.

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    3. Cualquier mujer, y cualquier hombre añado, porque muchos creen que al no tener útero o pechos desarrollados están a salvo de todo, y la prevención debe abarcar a todos. Si nos conociéramos más, nos iría mejor. Al menos a mí me ha servido de lección, que antes de acojonarse, hay que se consciente de todos los detalles.

      Besotes y muchas gracias.

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