-

21 de octubre de 2015

Cortos, cuernos y despedidas (Con Samo)

despedida

Zatan había desaparecido de mi móvil, de mis planes y por extensión, de mi vida. Tras aquella tarde en la que le dejé en el bar para no volver sólo nos vimos una vez, y con todo tan reciente como estaba acercarse a saludar no era la mejor opción. Con cara de resentimiento y una apariencia que lucía mejor que cuando salía conmigo -probablemente impresión mía-, mejor mantenerse alejada, ¿no crees?

Con Samo las cosas iban como siempre, con risas, con cervezas, con juegos, con besos, con sexo... Iban, a ratos. Quizá por eso, porque iban, no se me ocurrió nadie mejor para acompañarme a la premiere del corto en el que había colaborado meses atrás. Bueno, eso y que a nadie más parecía apetecerle.

Me hizo ilusión que me invitaran al estreno, también encontrar alguien mínimamente interesado en acompañarme, aunque sólo fuera por el aliciente de que iba a haber cerveza. Todos tenemos momentos en los que nos vendemos barato...

El evento iba bien, distendido, interesante, y aderezado con cortos, risas y cerveza Beck's -¿y que no me acuerde del teléfono de mi hermana pero sí de la cerveza que bebí aquel día...?-. 

La fiesta ya estaba muriendo cuando marchamos Samo y yo compartiendo un taxi hacia casa. El trayecto en taxi se calentó inesperadamente, tal vez algo tuvieron que ver los incontables botellines que cayeron en la premiere. Intento hacer memoria y no logro recordar cómo empezó a subir la temperatura en el asiento trasero -¿has visto? Sí me acuerdo del nombre de la cerveza, pero no cómo empezó todo-. Cuando aún faltaba bastante camino ya nos estábamos morreando con ansia y una mano se internaba entre mis piernas.

mano en la pierna

Inevitablemente se me iba acelerando la respiración, y si bien se ahogaba entre nuestras bocas, cada vez era más difícil disimularlo. 

Como soy gilipollas, ya te lo he dicho otras veces, a pesar de ser yo quien pagaba el taxi paramos en su casa, en la otra punta del barrio respecto a la mía. Con la excusa de 'mi trastero es más cómodo que tus escaleras' me convenció. Ciertamente lo era... Si hubiéramos entrado en el trastero y no nos hubiésemos quedado en el pasillo desde donde se accedía a éstos. 

El ascensor se oía como si estuviéramos encima, aunque realmente sólo estuviéramos junto a la sala de motores. Cada subida o bajada de éste parecía anteceder una interrupción, alguien que acabaría pillándonos con los pantalones por las rodillas tumbados en el suelo sobre mi abrigo. Era tarde, bastante como para que el tráfico a los trasteros fuera nulo, pero quién sabe, igual alguien tenía que subir a por el taladro para joder al vecino de al lado clavando cuadros a las 4 de la mañana...

El frío del suelo, el ruido del ascensor, las cervezas... ¿A cuántas cosas podría echarle la culpa de que aquello no saliera bien? Se la echaré a mi falta de concentración por todo lo anterior, al incomodísimo 69 que Samo insistió en que hiciéramos para luego darme dos lametones mal dados, a la idea de tener que recorrer después todo el barrio hasta casa yo sola, a la certeza de que eso no iba a ser mejor que otras veces, a la limitada habilidad que tenía él para hacerme disfrutar y la nula para hacerme correr... Ah, y a que otra vez estábamos jugando con cornamentas ajenas, eso puede que también influyera...

Claro, no te había contado esa parte, ¡qué despiste el mío!

Ya te dije que antes de conocer a Zatan había habido una pseudo ruptura con Samo, hizo borrón con su novia, conmigo, y con alguna otra cosa más a fin de aclararse. Tiempo después nos acostamos cuando yo salía con Zatan, empezó a salir con la mejor amiga de su ex novia, y poquito después estaba conmigo otra vez afilando cuernos. El ciclo de la vida, pfff.

Después de todo lo pasado tenía muy claro que Samo no era para mí, no a nivel exclusivo al menos, pero de alguna manera me molestaba compartir juguetes con otras, y ya estaba harta de que me los devolvieran con taras o rozados. Aunque la carne es débil, y en los calentones la sangre parece dirigirse en su totalidad a los genitales dejando el cerebro en un secano irracional que hace que volvamos a caer de bruces sobre la dichosa piedra.

Por el motivo que fuera volví a salir de su portal como tantas otras veces, sin correrme y sintiéndome vacía. Vacía porque tenía la impresión de que esos encuentros no me aportaban nada más que comeduras de cabeza a mi ya sobreexplotado cerebro. Porque quería algo que no llegaba, y que no sabía si llegaría alguna vez, y con esos momentos con Samo intentaba callar mis ganas de ese algo indefinido que deseaba, aunque se pusieran a chillar al quedarme sola.

perdida

A pesar de todo volvimos a los brazos del otro alguna vez más. No recuerdo cuándo ni cómo fue nuestro último polvo, pero no se hizo mucho esperar. Su novia ya se acostaba con él, y la asistencia sexual que yo le proporcionaba no era necesaria. Poco después, todo estalló.

Suele pasar que grandes broncas van precedidas de pequeñas cosas que se van acumulando hasta crear una montaña, una grande e inestable, haciendo inminente un violento desprendimiento de mierda. Y tal cual, sin saber qué fue lo que la hizo caer, nuestra montaña de mierda se derrumbó sepultando nuestra amistad y a nosotros con ella. Antes de que acabara el verano Samo y yo eramos extraños para el otro.

Y así fue durante 10 años, hasta que los azares del destino volvieron a cruzar nuestros hilos. Pero eso ya te lo cuento cuando lleguemos a ello...

10 comentarios:

  1. Suele pasar. Ganamos en experiencias dejando a gente atrás.
    Perdona que te diga, pero tiene delito no conseguir que te corrieras con un 69...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Soy de orgasmo difícil en compañía, pero también te digo que con dos lamidas mal dadas lo raro hubiera sido que me corriera...

      Eliminar
    2. Por muy difícil que seas, permiteme la expresión, comer un coño sigue siendo comer un coño, y hay que hacerlo muy mal para que no te corrieras.

      Eliminar
    3. He tenido muy mala suerte, según mi experiencia los comedores de coños no abundan, y menos los buenos comedores. Creo que creen que es un botón mágico y que cualquier cosa sirve, lo que sumado a mi dificultad para dejarme llevar al orgasmo por según quién, crea la catástrofe xD

      Eliminar
  2. A esto le llamaría relación tóxica... eras la segunda, no te satisfacía como dios manda, te hacía pagar el taxi para un mal polvo en el suelo... pufff eso que has ganado esos años sin veros!
    Pero a veces somos asi de terribles y 10 años no son suficientes para pasar página, no? Ansiosa por saber como ha seguido la historia!!!!
    Besitos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Parece que tengo un imán para este tipo de 'relaciones', pero la parte buena es que si todo fuera perfecto seguramente no habría empezado el blog, jajaja.

      Créeme, la página estaba más que pasada, pero a veces las casualidades ocurren y ciertos instintos son difíciles de frenar. Ya lo contaré, ya...

      Besotes.

      Eliminar
  3. Como bien dice Maria, eso era una relación tóxica.
    Desde fuera es muy fácil hablar y dar sermones, no quisiera hacerlo, pero has contado algunos detalles que demuestran que no merecía la pena.
    Esperaré con el ansia viva para ver qué ocurrió en ese cruce de caminos.
    Besico

    ResponderEliminar
  4. Uno de tantos defectos, la aparente necesidad de meterme en problemas con los tíos...

    El relato del cruce de caminos llegará, pero aún se hará esperar un poco.

    Besotes.

    ResponderEliminar
  5. ¿Y al revés? Que sea ella la que disponga de un maromo que la haga subir al cielo cuantas veces quiera... ¿y que prefiera estar con otros?.
    ¿A eso cómo lo llamaríais?

    (Perdonad por las formas, pero es que hoy no tengo el dia...).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las relaciones tóxicas no dependen del sexo de la persona, cualquiera puede encontrarse con una, sufrirla o provocarla, todo depende de cómo se hagan las cosas. Y por otro lado, no todas las relaciones en las que no se consigue lo que quiere alguno de los dos son tóxicas...
      Aquí no se habla de que el hombre sea el malo, sino de que lo que teníamos Samo y yo no era nada sano. No intentes encontrar fantasmas donde no los hay.

      Besotes.

      Eliminar

Me encantará saber su opinión...