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22 de abril de 2015

'Me ha preguntado por ti...' (Con Tilo)


princesa comiendo sapos

La historia con Samo se había sumado a la lista de cosas que no salieron como esperaba, y a pesar de que con el tiempo volvimos a ser amigos y a retomar parte de aquella complicidad que tuvimos en el pasado, esa espinita estaba ahí, y no podía evitar seguir teniéndole presente en mis más deprimentes escritos y ensoñaciones románticas.

Con el paso de los años acabaría 'disfrutando' (#ironíamodeOn) de esa sensación de querer (o creer que quería) más de lo que me daban en varias ocasiones. Pero esa es otra historia, ya llegaremos a ella. No sería hasta cuatro años después de aquella fatídica noche que Tilo volvió a mi vida.

Me crucé con nuestro amigo común y sin venir a cuento me soltó: 'Me ha preguntado por ti...'. Estaba perdida, no sabía a quién se refería hasta que un ligero gesto de su cara me devolvió la memoria. Tilo. Se refería a Tilo, ¿quién sino?

¿Sabes eso de que la curiosidad mató al gato? Digamos que menos mal que soy humana y no un mamífero cuadrúpedo que maúlla... Con un fenómeno que se convertiría casi en mi modus operandi, y que he bautizado como 'masoquismo emocional', o más coloquialmente dicho, 'me voy a acercar a la llama hasta que oiga crepitar mi propia piel por el simple placer de ver qué pasa', di rienda suelta a la imprudencia.

Me mostré interesada en saber a qué venía el interés tantos años después, acepté ir a verle al local donde pinchaba ese fin de semana y los nervios se apoderaron de mí el resto de días hasta el evento. Acudí al local con Martín y Samo, una chica no debe meterse, a sabiendas, en la boca del lobo sin escolta. Él no había cambiado nada, yo en cambio había dejado de ser esa niña de 14 años y me había convertido en una joven de 18, un poco más segura de mí misma y bastante más madura.

Mil escalones que separaban la puerta de la barra después, ahí estábamos tras cuatro años. Su reacción fue como si no hubiera pasado más de un mes, recibiéndome con naturalidad y una extraña nostalgia. Hablamos cordialmente de nada en concreto, pero seguía teniendo ese raro magnetismo, y no sé si por el simple placer de experimentar, por ver qué pasaba, por hacer algo nuevo, o por qué, accedí a quedarme con ellos y subir a casa ya con nuestro amigo común cuando los míos tocaron retirada. ¿Y ahora qué?

Acabó la poco exitosa sesión de DJ y marchamos de allí nuestro amigo común, Tilo, un amigo de ellos y yo. En compañía de los chicos malos -¿qué tendrán...?- dimos una vuelta, picamos algo y emprendimos el largo camino hacia casa andando. Tilo no se separaba de mi lado pero con tono vacilante presumiendo de (textualmente) 'todas esas niñatas que quieren enrollarse conmigo' (reconozcámoslo, era atractivo pero ni mucho menos el sex symbol que creía ser). A estas alturas sabía menos que antes qué coño hacía allí con él. 

Llegó la despedida y cuando me pidió el teléfono se lo dí sin remilgos, dos besos y se fue por su lado. El resto del camino nuestro amigo me dio la chapa con el tema, que le interesaba, que quería verme, que había hablado mucho de mí, que bla, bla, bla. 

mujer mirando móvil

Al día siguiente un sms de un número desconocido, Tilo pedía audiencia en privado. Intercambiamos varios sms ese día, y el siguiente, y la semana y pico siguiente. Los mensajes decían aquello que cuatro años antes me hubiera gustado leer, no por idílicos, sino por cordiales, atrayentes y relajados. La cosa se estaba calentando y mientras caía en su trampa me preguntaba si no estaría cometiendo el mismo error por segunda vez (¡obvio!).

Decidimos quedar a dar un paseo y charlar. Me pasó a buscar por casa y tras un rato recorriendo un parque cercano me agarró de la cintura, me apretó contra él y atacó directo a mi boca. Cuatro años desde que nos conocimos, cuatro años sin probar labios ajenos y cuando por fin pasa tienen que volver a ser los suyos... Seguimos el paseo plagado de charla insustancial, besos, magreos y promesas por su parte que nunca quise oír, ni mucho menos que cumpliera. Llegamos a un rincón apartado y bastante privado, y su mano recorrió aquellas partes que hacía años había colonizado con anterioridad, pero cuando rebasó el ecuador le paré los pies. No quería nada de aquello, no así, no ahí, no con él. 

Lo volvió a intentar varias veces más, encontrándose de nuevo con mi negativa, y poco después nos despedimos. Lo hicimos junto a mi casa de nuevo, un beso largo y extraño durante el cual me di cuenta de que me estaba besando con los ojos abiertos de par en par y mirándome fijamente, ¿me había besado así las veces anteriores? ¿Qué es lo que miraba tan estupefacto? ¿Besaría así a todas? ¿Por qué coño no los cerraba? No me quedé a averiguarlo, en cambio huí sigilosa a la par que triunfante por, esta vez sí, no sobrepasar ningún límite autoimpuesto y haber recordado cómo era que me besaran.

Los días posteriores los mensajes siguieron, pero afortunadamente ya no me mostraba tan disponible. Poco después, mientras pasaba una tarde calurosa con mis amigos en el parque, me escribió nuestro amigo común y diciéndome que estaba con Tilo me preguntó dónde estaba, que se pasaban. Sorprendida le di indicaciones y lo comenté con mi gente. Samo cambió un poco la cara, sin entender muy bien lo que pasaba, y dándome conversación sin parar. Cuando llegaron se sentaron a un lado mientras yo continuaba la conversación con el resto. Preguntaron un par de cosas, Tilo me dirigió más de una mirada impaciente, y al no recibir aquello que al parecer estaban esperando, marcharon. 

Ya no era una niña, ya no era tan manejable, y creo que en ese momento Tilo por fin fue consciente de ello. Después de eso me escribió un par de veces más, y al final accedí a quedar con él de nuevo. Un paseo más, una charla vacía más, un par de besos sosos y sin chispa aquí y allá, y cuando me quise dar cuenta estábamos a varios kilómetros de mi casa, cerca de la playa urbana. Tuvimos la suerte de encontrarnos con una amiga suya y su hijo, y pasar un largo rato con ellos. Tilo hablando con su amiga, el niño dando por culo, y yo muerta del asco y como puesta por el ayuntamiento. ¿Pero qué coño...? 

encrucijada

Agoté mi poca paciencia, me despedí con falsas promesas de repetir la salida, monté en el bus y retorné a la realidad, no sin antes alegrarme de que aquello hubiera acabado sin bajas.

No volvería a ver a Tilo, exceptuando 2 minutos tras un par de meses, hasta años después, tal y como varios amigos me lo habían descrito en cuantiosas ocasiones. Completamente calvo, vistiendo su habitual uniforme de rapero trasnochado, enjuto, decrépito, con los dientes mellados o ausentes a causa de la mierda que se metía por todas las vías conocidas, y rodeado de niñatas que ansiaban ser el siguiente juguete (WTF?). Hubo también quien me contó que le habían visto con una supuesta novia (que menos vitaminas prenatales debía de haberse metido cuanto cayó en sus manos) y empujando un carrito de bebé. 

Es triste ver a alguien acabar así. Es triste ver que ese tío mayor, el chico malo que colonizó tantas partes de tu anatomía acabara así. Pero me alegro de haberme sabido alejar sin dejarme atrapar, de haber sabido ver que aquello no auguraba nada bueno, de haber sacado el poco provecho que pude de mi extraña 'relación' con él. Me alegro de no haber caído una tercera vez, y es que, cuando quiero, sé alejarme muy rápido de la hipnótica luz de la llama.

Tilo pasó a la historia. Aunque sería descortés por mi parte no agradecerle ese revival de lo que tuvimos años antes, pues sin saber muy bien cómo ni por qué, me ayudó a posicionarme en un mercado que hasta el momento sólo había visto desde las gradas. Parece ser que hay cosas que no nos resultan atractivas por muy a mano que las tengamos hasta que otros no se interesan por ellas...

Hola despertar sexual, soy Gwen y he vuelto, ¿me echabas de menos?

6 comentarios:

  1. Hay historias que necesitan más de un final para aclararnos el panorama. Me alegro que lograrás darte cuenta a tiempo, no todos tenemos tan buena suerte.
    Saludoss!

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    1. Supongo que hay gente que tiene que cruzarse en nuestro camino (incluso más de una vez) para que otras cosas puedan sucedernos.
      Encantada de volver a verte por aquí :)

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  2. A veces la luz es tan intensa que quema y hace que te alejes de ella. En la lejanía, pasado el tiempo, te das cuenta de que en realidad aquello era sólo un tronco ardiendo a punto de extinguirse. Y según cuentas, ya no quedan ni los rescoldos.

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    1. No, nada queda de aquello salvo el engranaje que se puso en marcha por o a pesar de él, creo que todas las personas sirven a una función en la vida de los otros, la suya fue ponerme en el mapa :)

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  3. Pues de buena te libraste. Seguro que tampoco follaba nada bien.
    Y despertó sexualmente...

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    1. Nunca llegamos a tanto, pero seguramente hubiera acabado muy mal y hubiera tenido que vivir con ese recuerdo para siempre, mejor huir a tiempo.
      Sí, desperté, de algo me sirvió Tilo al final... ;)

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