-

27 de mayo de 2015

'¿Y si nos liamos...?' (Con Samo)

pareja serie new girl

'(...) Es muy raro, no me lo creo ni yo. Los más sorprendente es que después de pasarme casi dos años detrás de Samo va y me dice: "¿Y si nos liamos...?". Qué surrealista es todo (...)'.

De esta manera contaba, en noviembre de 2004, en mi deprimente diario lo que semanas atrás había sucedido con Samo. Y para ser sinceros, todavía hoy me parece bastante surrealista cómo transcurrieron las cosas.

Meses atrás había huido estoicamente de la última cita con Tilo, que si bien sirvió para cerrar viejas heridas y ponerme en el mapa de las citas, me había dejado bastante desconcertada en general. A mis 18 años no tenía ni con mucho la experiencia con el sexo opuesto que tenían mis amigos, aunque quizá sí ostentaba el récord en cuanto a precocidad de etapas quemadas -aka primeras veces- en el menor tiempo, pues en una sola noche, cuatro años antes, me habían besado, comido las tetas, masturbado y casi comido el coño por primera vez.

Pero ahí estaba yo, una Gwen de 18 años recién estrenados, intentando asimilar lo que había pasado y buscándole un sentido a todo (maldita mente racional) sin encontrarlo. Y así se me fue el verano, entre salidas con los amigos, botellones, piscinas y comidas de cabeza, porque en eso siempre he sido una experta. Si las comidas de cabeza realmente conllevaran comerte la cabeza, literalmente, a día de hoy habría un vacío entre mi cuello y la melena -si es que eso fuera posible-, o me habría comido también en pelo, o habría surgido un agujero negro (¿?)...

El verano pasó, y las fiestas llegaron. Una noche, durante un botellón con Samo y dos amigos más, salió el tema 'relaciones'. Samo hablaba de su novia, con la que había empezado a salir ese mismo verano, y la ausencia de nada que no fueran besos y arrumacos debido a la enfermedad de ella (no entré ni voy a entrar en las limitaciones reales, pero el tema estaba complicado). Los otros dos hicieron algún que otro comentario muy por encima, habían empezado a salir también ese verano. A mí el verano no me había traído un novio, así que conté la historia de Tilo, realmente la única con sustancia que podía contar.

La cara de Samo reaccionó a lo que contaba con una expresión entre la incredulidad y la más absoluta atención. De pronto, como por arte de magia, pareció verme como una mujer y no sólo como esa 'amiga' que tiempo atrás se le había declarado.

Se cambió de tema, bebimos, reímos, y más tarde nos quedamos solos, él y yo, en aquel parque. Siempre fuimos muy de abrazos, de apoyarnos en el otro o de tocarnos, así que no me sorprendió cuando puso sus manos en mis piernas cruzadas a lo indio. Cuando se quedó serio y me miró directamente a los ojos empecé a sospechar que algo pasaba, aunque nunca lo habría imaginado.

Con una inseguridad impropia en él, habló:

'Oye, ¿y si nos liamos?'

'Jajajajajaja' (¿Acaso tú no te lo habrías tomado como una coña?)

'No, lo digo en serio...'

(Cara de estupor total. MI-NO-ENTENDER-NADA-WTF-DOS-AÑOS-DESPUÉS)

'¿Qué me dices?'

'Pero, ¿y tu novia? ¿Qué va a opinar de ello?' (A ver, no era mi amiga, pero sí la conocía)

'Ya os he contado. Hay ciertas cosas que no puedo hacer con ella, y bueno, ella lo entendería...'

mujer cara sorpresa

Estaba flipando en colores, en todos y cada uno de los colores del RGB del universo, cuando nuestros amigos volvieron y el clímax tornó a incómodo. Samo no tardó en escapar para irse a regar algún desafortunado arbusto, dejándome sola ante la cara de 'habla perra, habla' de mi mejor amigo.

Rápidamente le puse en antecedentes y su cara empezó a parecerse a la mía minutos antes. Ni se lo creía ni lo entendía, pero tenía claro que no lo veía muy bien. La conversación volvió a interrumpirse cuando el mea-arbustos llegó, y el resto de la noche pasó con un ambiente extraño. 

La subida a casa en el bus nocturno, tras dejar al cuatro en su casa, fue también de lo más extraña. Uno sin despegarse de mí, y el otro vigilante cual halcón procastidad. Samo vivía a varias paradas de nosotros, así que cuando dijo que me acompañaba hasta casa puso en alerta -más todavía- a mi mejor amigo. Ya en nuestra parada, donde solíamos quedarnos hablando antes de marchar cada uno a su casa, la cosa se volvió más extraña todavía. Uno con intención de acompañarme a casa, el otro esperando a que el uno marchara, y yo sin saber qué hacer, ¿qué habrías hecho tú?

Al final hice lo más lógico, caminar hacia mi casa como de costumbre, aunque esta vez con escolta. El portal, la última frontera. Entramos, nos sentamos, hablamos, Samo se acercaba más, seguimos hablando, mi mejor amigo se inquietaba más, seguimos hablando, yo estaba a uvas, seguimos hablando, Samo soltó indirectas, seguimos hablando, mi mejor amigo se dio por vencido, seguimos hablando, Samo y yo nos quedamos solos, seguimos hablando, yo me ponía nerviosa, seguimos hablando.

Y con un 'hola' salí de la friendzone para meterme en un berenjenal.

Hasta ese momento, la típica escena de 'chica habla con chico, chico tira los tejos a chica, chica no se empana, chico se acerca a chica, chica sospecha algo, chico dice en voz baja "hola" y besa a chica, chica flipa pero responde al beso de chico' sólo me parecía posible en comedias románticas de pañuelo e ilusión, pero estaba pasando, joder que sí.

Me estaba besando, a lengua suelta, con quien había sido mi mejor amigo, de quien me colé dos años atrás, a quien me declaré en una patética carta, quien me mintió, quien milagrosamente durante un beso hacía desaparecer todo ese exceso de saliva que le sobraba al hablar, quien tenía novia, quien besaba tan bien, quien ahora me tocaba una teta... ¡Pues se ha quedado buen tiempo en este berenjenal, no?

Me era inevitable pensar en la novia de Samo y en mi colaboración para su cornamenta. La chica me caía bien, pero yo llevaba deseando eso mucho (mucho) tiempo como para que me frenaran minucias como una novia simpática -sí, vale, llámame zorra si quieres-. 

gif emma stone

Lo cierto es que entonces no me paró la imagen de la cornamenta ajena y a día de hoy sigue sin hacerlo. Nunca he ido calentando a quien tiene pareja, ni he ido buscando a hombres ocupados, es más, he intentado alejarme, pero cuando una está libre y la vienen buscando puede pasar que la acaben encontrando -sí, sí, ya me lo sé, que soy una zorra y eso-...

En parte me gustaría decir que aquello se quedó en eso, en un par de besos de escalera, una meta alcanzada, y que recobré la razón acabando con eso antes de que empezara. Pero por otra parte, disfruté mucho (a días) del resto de la historia con Samo como para habérmela negado.

Y es que parece que al final, de alguna manera, acabo consiguiendo lo que quiero...

4 comentarios:

  1. Zorra? Mal vamos si eres tu la primera que lo piensas.
    El que este libre de pecado que tire la primera piedra.
    Te hubieras perdido esa experiencia por no serlo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No puedo negar ser un poco zorra, por una u otra cosa, pero no me quita el sueño lo que puedan pensar de mí.

      Tú lo ves de esa manera, pero me huelo que más de una a la que le hayan zorreado el novio no pensaría como tú. Y por mucho que sean ellos los que vengan y no sea yo la que les busque ya sabes cómo va esto, la tía es una zorra y el tío una víctima de sus artimañas XD

      Para nada, años después, analizando lo bueno y lo malo en perspectiva, no me arrepiento. Las cosas que hacemos nos hacen ser como somos, y me gusta cómo soy ;)

      Eliminar
  2. 99,.9999% de las personas engañan a sus parejas, si no es en la vida real, lo hacen en sueños ;). FIN.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hacerlo en sueños no debería contar, el subconsciente puede ser de lo más confuso :)

      Eliminar

Me encantará saber su opinión...