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16 de septiembre de 2015

Mi primer novio... (Con Zatan)

evitando lluvia de amor

Desesperada. 

Supongo que así me sentía para aceptar salir con un chico que apenas conocía pero, ¿qué coño? No todos los días te proponen lo que llevabas tanto esperando.

Aquella noche me sentía pletórica. Riendo, bailando, bebiendo, morreándome con mi novio. Sí, mi novio. No podía creer que tuviera uno. Todo era fantástico, maravilloso, las mariposas volaban, los pájaros cantaban y los unicornios pastaban.

¡Qué pronto me canso de las cosas, joder! 

Durante la semana siguiente Zatan me llamaba todas las tardes. TODAS. Me llamaba y esperaba que cada día le contara algo nuevo. Y qué quieres que te diga, podría contarle mi vida, pero se sumaba mi odio por hablar por teléfono con las láminas que debía entregar en clase al día siguiente, aderezado con un poco de 'me agobio'. Las llamadas duraban una media de dos horas, que yo empleaba en hacer mis láminas -gracias multitarea-, contar alguna banalidad y esperar que le valiera.

Lo sé, lo sé, sueno cruel al decir eso. 'Tanto no querrías un novio si cuando por fin lo tienes te sientes agobiada'. Pues ya ves, inconformista que es una. Sí, quería un novio, quería dejar de ser el número impar, pero no supe gestionar tanta atención.

Cuando nos veíamos la cosa iba bien, al principio. Se desvivía porque estuviera bien, me daba cariño, me hacía reír, intentaba conversar de temas de mi interés, y yo me olvidaba de lo pesado que era por teléfono y me hacía ver a mí misma que era normal que me costara adaptarme a la relación, debía darnos tiempo y disfrutar de él.

paquete sorpresaA los pocos días de empezar a salir se presentó con un regalo. Una esclava (1) de plata grabada con la fecha del día que me la dio en un lado, y mi nombre en el otro. Un detalle muy bonito, si no fuera porque era demasiado pronto para hacerme regalos de ese tipo, y porque mi puto nombre estaba mal escrito...

Obvié el garrafal error de escribir mal mi nombre y le di las gracias. Días después volvía a flipar. Me envió un sms diciéndome que me quería. ¡QUÉ ME QUERÍA! Por Tutatis, no sabía escribir bien mi nombre, ¿y ya me decía que me quería? Leí el mensaje una y otra vez, esperando haber entendido mal, pero no, ahí ponía claramente que me quería, escrito con todas las letras tras un breve verso de alguna poesía no apta para diabéticos.

'¡Qué arisca, Gwen!'. Sí, lo que tú digas, pero aquello iba demasiado rápido. Empezaba a creer que mis ganas de tener novio no eran nada comparadas con las que tenía él de tener novia, que lo mismo le habría servido cualquier otra del bar.

Está claro que algo tenía que contestarle, así que me decanté por un cruel 'gracias'.

Los días pasaban y no acababa de acostumbrarme a él. Dado lo poco que nos veíamos -sólo los fines de semana- hubiera sido lógico recibirle con los brazos abiertos y deseosa de su compañía, pero contrariamente cada vez me sentía más incómoda.

Deja que te diga una cosa a modo de inciso, para que me entiendas un poco mejor. Soy géminis, muy géminis. Casi se podría decir que el compendio de descripciones que dan de mi signo lo escribieron basándose en mí. No pretendo darte una clase de astrología porque no es lo mío, ni soy una ferviente seguidora de los horóscopos, pero sí es cierto que una gran mayoría de las cualidades -buenas y malas- que le atribuyen a géminis son un fiel reflejo de mi personalidad. Así pues, misticismos aparte, somos personas independientes, necesitamos cambios y novedades, la paciencia y la constancia nos es extraña, la doble personalidad es nuestro día a día, y entre otras muchas más cosas, somos un poco egocéntricos. ¿Me vas entendiendo un poco más?

Vale, echarle la culpa al día en el que nací es pasarse pero, ¿comprendes lo que le cuesta a alguien que se ha pasado la vida a su aire, sin llegar a sentirse nunca en el lugar donde debía estar, que disfruta de su soledad y que lo quiere todo y nada a la vez, encontrarse con una persona que parece necesitarle tanto? Mucho, créeme.

Zatan era feliz conmigo, no había más que verle cómo me miraba. Y eso es precioso, pero no cuando tú no sientes lo mismo y te encuentras en una relación por inercia, porque no había algo mejor, porque te pilló en un mal día y ahora no sabes cómo salir de eso.

Tampoco me ayudaba en nada su forma de actuar, que cada vez se fue haciendo más y más notable e insoportable. Como la vez que le levantó la mano a mi mejor amigo (gay), porque éste me tocó el culo; la vez que un tío me empujó sin querer, con una mirada lo arreglamos todo, y él tuvo que ir de machito a 'defenderme'; las veces que metía la mano en mi bolso en busca del tabaco como si fueran suyos ambos; las veces -siempre- que estuviéramos donde estuviéramos me abrazaba/agarraba/rozaba/pegaba a mí, sin dejarme respirar; las veces que -también siempre- besaba como si me desatascara la garganta (acople de bocas y lengua hasta la campanilla); la vez que estando yo cubriendo un concierto (léase, ocupada) llegó y me dio una vela del tamaño de mis dos puños sin bolsa ni nada y se molestó porque le pedí que la guardara él; la vez que, en el mismo concierto, le pedí que me guardara el bolso mientras ayudaba a desmontar el equipo al grupo y él decidió abandonar mis cosas en un banco para 'ayudarme'; la vez que en una despedida en mi portal que se puso calentita me dejó perpleja con un 'un día tú, y otro día yo' refiriéndose a que un día me masturbaba él a mí, y otro se lo hacía yo a él (WTF?!?!); las veces que quedaba como un gilipollas con sus extrañas historias; la tarde de 'vas a ver qué pelis, son geniales' que se transformó en Trainspoitting y Bajarse al moro; la vez que me escribió una carta, que aún conservo, y con su mala redacción todavía hoy es una incógnita lo que quiso decir...

huir

Todas esas cosas que sumadas una tras otra ya no eran poca historia me pesaban demasiado, haciendo que el resto, lo que sí me gustaba, lo que en dosis menores me hubiera encantado, no mereciera la pena. Que me acompañara a casa cada noche; cómo me miraba; los planes de futuro que imaginaba conmigo -no por los planes en sí, sino porque me imaginara en ellos-; lo detallista que era; todo el tiempo que pasaba con mis amigos; los silencios cómodos... Por desgracia la balanza se inclinaba en exceso hacia el lado malo.

Y, ¡tiempo!

Iba a estar todo un mes fuera, no podría venir ni llamarme, y lo cierto es que no me preocupaba. Mi nivel de indiferencia estaba bastante alto. Podría haberme dicho que le reclamaban en su planeta y me hubiera quedado igual. Un mes de calma, sin un novio pegado al culo. Un mes en el que volví a reír y a pasármelo bien con mis amigos como antes de que él apareciera, volví a ser yo misma.

Y lo cierto es que también volví a ser yo misma con cierto amigo. Una noche me quedé sola en casa e invité a Samo a ver una película. Hacía meses que no había pasado nada entre nosotros, éramos única y exclusivamente amigos, así que ¿por qué no? Vimos Gothika, y lo recuerdo no porque me gustara (me dan miedo las pelis de miedo), sino porque durante los créditos, mientras sonaba Behind Blue Eyes de Limp Bizkit, Samo y yo nos enrollábamos en el sofá.

'Joder Gwen, te has lucido. Un mes con novio y a la mínima que se va le pones los cuernos'. Pues ya ves lo que me importaba la relación. La tentación apareció y dejé que me atrapara, que me besara, que me comiera y que me follara. Y si me lo permites, ¡vaya polvazo!

Recuerda que hacía apenas unos meses había perdido la virginidad y que me había quedado sin juego en el momento 'dejarlo todo' de Samo y no lo había recuperado por el 'un día tú, otro día yo' de Zatan. No supe, hasta que hubo pasado, todo lo que necesitaba ese polvo. Ese sentirme deseada, ese dejarme llevar, ese disfrutar de otro cuerpo, ese 'no me quieres y no me importa'...

Aquella noche dormí muy poco, mi cabeza no hacía más que dar vueltas y vueltas a Zatan, al sexo con Samo, a lo que realmente quería, pero sirvió de algo. El resto del mes terminó y Zatan volvió. Sabía lo que tenía que hacer.

Quedé con mis amigos, fuimos a comprar bebida al supermercado habitual, llevamos las botellas a enfriar a mi casa, pillé un bus y fui al bar (2) en el que había quedado con mi ausente novio que apareció con el petate, recién llegado de la estación. Un beso y el tiempo se congeló.

no boyfriend no problemSabía qué, pero no cómo hacerlo. ¿Cómo se deja a alguien con quien has salido tres meses, que te quiere desde hace más de dos, que ha estado ausente uno entero, al que has puesto los cuernos, y todo ello sin ser hiriente? Mi cara debía ser un Jackson Pollock

Mirando al botellín de cerveza mientras jugaba con él le dije que no estaba bien, que su tiempo fuera me había abierto los ojos, y que no quería seguir. Preferí no entrar en detalles, no hablarle del sexo esclarecedor ni del resto de motivos que me llevaron a dejarle. Tampoco preguntó. Me levanté, le besé, y salí sin mirar atrás.

Para cuando hube llegado a casa la bebida ya estaba fría. Me esperaba un parque, unos litros, y unos amigos ansiosos de conocer todos los detalles, Samo incluido.

Bebí como si no hubiera mañana. Vaso tras vaso fue cayendo por mi garganta mientras Samo, sentado entre mis piernas, me metía mano sin importarle el resto de gente que estaba a nuestro alrededor. El cuerpo me dijo 'hasta aquí', y borracha como una cuba pedí que alguien me acompañara a casa. El único voluntario: Samo...

Cinco minutos después estábamos en mi habitación. Mientras me desnudaba para ponerme el pijama se quedó ahí, sentado en la cama, mirándome y tocándome las tetas esperando a ver si caía algo. Para su sorpresa lo que se dejo caer fue mi madre por casa. Nunca le vi despedirse tan rápido. 

Fue una relación extraña pero me enseñó cosas, disfruté de algunas, y odié otras. El capítulo de Zatan se había cerrado. O eso parecía, porque hace unos meses me dio por buscar entre las páginas, aunque eso ya te lo cuento otro día...

Mi primer novio. 

Mi único novio. 

Que mi última y única relación estable durara 3 meses y que de eso haga más de 10 años dice algo de mí, aunque no tengo muy claro qué. ¿Qué te parece a ti?

_________________


(1) A día de hoy sigo llevando la esclava a modo de recordatorio. No de él y lo nuestro, sino para recordar tener cuidado con lo que deseo, tomarme mi tiempo y no dejarme llevar por una irracional inercia.

(2) Cada vez que voy a ese bar no puedo evitar mirar la mesa donde pasó todo y esbozar una sonrisa pensando 'en esa mesa de ahí dejé a Zatan'...

4 comentarios:

  1. La maldicion de fausto, ten cuidado con lo que deseas que se puede cumplir. Yo la tengo muy presente.
    Te aportó recuerdos y lecciones. En cuanto a la duración de las relaciones yo no le daría demasiada importancia, en el mundo queda mucha gente por follarse.

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    1. Yo también lo tengo muy presente, ya lo he comentado varias veces en el blog, y otras tantas que volverá a aparecer, hay que tener mucho cuidado con lo que se desea.

      Totalmente cierto, queda mucha gente que follarse ;)

      Besotes.

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  2. A veces queremos mas a la idea de tener novio, que al novio en sí mismo...

    Me ha encantado lo que dices sobre el bar, yo tampoco puedo evitar tocar la pared de un bar en el que pasé un momento inolvidable, cada vez que voy con otra persona...

    Besitosssss

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    1. Es verdad, creo que pasa porque idealizamos mucho el concepto y la realidad rara vez se ajusta a ello.

      Es como ir encontrándose recuerdos que alguna vez dejaste en un determinado lugar.

      Besotes.

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