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18 de mayo de 2018

Viaje de aventuras - Relato erótico



El largo viaje y las reuniones de trabajo me habían dejado exhausta. Aún era pronto como para pensar siquiera en acostarme, pero necesitaba relajarme y soltar toda la tensión acumulada.


Estaba estresada, cansada y sola en la ciudad. Empecé a pensar en opciones, en qué podría hacer sola en aquella habitación de hotel, y me vino una idea a la cabeza que cuanto más vueltas le daba, más me excitaba. Por más clara que crea tener mi orientación sexual, ahí está el germen de la experimentación, la curiosidad; y esa curiosidad me había recordado los masajes nuru, que me imaginaba de la mano de una mujer, ¿por qué? No sabría decirte, quizá por la experiencia de sentir unos pechos rozando mi cuerpo y que no fuera por accidente. Estaba sola, nadie me conocía y ante mi ‘no hay ovarios’ me contesté afirmativamente temblando sin creerme lo que iba a hacer, y me lancé a pedir cita para probar los masajes eróticos Autantric.

Estaba muy nerviosa, por probar algo nuevo, por experimentar el masaje nuru, por sentir a una mujer desnuda contra mi cuerpo, por no saber cómo actuar… Decidí dejarme llevar y que fuera lo que tuviera que ser, había dado el paso y la masajista estaba en camino, iba a ocurrir, sólo podía relajarme y disfrutar al máximo de la experiencia.

Llamaron a la puerta, y al abrirla me encontré con ella, una mujer atractiva con una mirada que me inspiraba dulzura y confianza, lo que necesitaba. Tras una ducha conjunta, probablemente la más sensual de mi vida, pasamos a la habitación. Me tumbé y dejé que ella se encargara de todo, al fin y al cabo, era la entendida. Sus manos recorrían mi cuerpo suavemente, y por momentos se iban uniendo partes de su anatomía en ese resbaloso baile horizontal. Me sentía húmeda, con ese nervio en el clítoris que aparece cuando estás muy excitada inesperadamente; un nervio que poco después sería atendido con una delicadeza abrumadora. Sus pechos masajeaban mi espalda y mi mente imaginaba complementos a la escena que me hacían mojarme más; suspiraba, me relajaba, movía las caderas instintivamente, estaba totalmente inmersa en la experiencia.

Abrió mis piernas con sus manos, se situó en medio y comenzó a masajearme las nalgas. A cada pase de manos éstas se internaban más, buscando la ingle, comprobando, no sé si pretendiéndolo, el flujo que vertía mi vagina desbordante. Se sentó a horcajadas sobre mi espalda baja y comenzó a moverse lentamente por ella, frotándose y dejándome sentir su culo y su vulva formando parte del masaje. Recorría las lumbares, subía a mi culo y bajaba por los muslos para luego volver sobre sus pasos.

Me pidió que me girara y que dejara las piernas abiertas, así lo hice. Siguió con el masaje y se fue centrando en zonas más erógenas, me estaba matando poco a poco la excitación que me poseía. Me imponía que nuestras miradas se cruzaran mientras, pero habría dado lo que fuera por poder ver la escena desde fuera, sintiéndome explotar de mano de una mujer.

Cuando marchó me quedé tumbada, recorriendo mi pecho con la punta de los dedos y recordando el masaje, las sensaciones, el salto experiencial que había dado, en el material nuevo que tenía para el blog, en que quería investigar más al respecto, en que tenía otro viaje antes de volver a casa, en que internet tiene lo que necesito, en que… uh, escorts de lujo en IbizaClic

La vida es una sucesión de experiencias y el transcurso de una a otra, y en este viaje me siento aventurera…

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